El agua es un recurso natural, renovable y escaso, además de un elemento imprescindible para la salud de los ecosistemas y para el desenvolvimiento económico del ser humano.
España dispone de agua suficiente pero está desigualmente repartida en su territorio y en el tiempo. Además de la variación estacional anual, resulta que a largos periodos de pertinaz sequía, le siguen catastróficas inundaciones que asolan la vida de las personas, los bienes y los servicios.
Las generaciones pasadas han tratado de corregir estos desequilibrios geográficos y estacionales, suavizando las tensiones entre cantidad de agua disponible y las necesidades para el desarrollo –en sentido amplio- de la sociedad.
Desde principios del siglo XX la política hidráulica ha estado orientada a construir los sistemas de abastecimiento a una población cada vez más creciente, a regular los ríos para disponer de agua en las estaciones secas (más de 1300 grandes presas), a transformar las grandes extensiones de secano a regadío, a proporcionar agua para el desarrollo industrial, a protegerse de las avenidas y a garantizar la calidad de las aguas y mantener los cauda-les ecológicos que nutren los ecosistemas. Esta política hidráulica sostenida en el tiempo ha permitido, entre otros logros, abastecer a 47 millones de habitantes más los 80 millones de turistas de 2019; regar 4,2 millones de hectáreas (Mha) (la mayor de Europa) y que cada vez, las avenidas sean menos catastróficas.
Para satisfacer una demanda creciente ha sido y es necesario ahorrar agua y utilizar fuentes no convencionales, como la reutilización de aguas residuales depuradas y la desalación de agua de mar. Internet de las Cosas, big data, blockchain, junto con las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), contribuyen a una gestión del agua y de los recursos naturales más eficiente, inteligente y sostenible.
¿Cómo ayuda la tecnología a optimizar el uso del agua?
En el caso de las TIC aplicadas al agua, se orientan a conseguir información de lo que está pasando en los sistemas y en tiempo real. En el agua se conjugan los avances de la captación de datos en tiempo real -mediante sensores que miden la presión, altura de agua, caudal, temperatura, etc. en una infraestructura hidráulica-, con los producidos en comunicaciones instantáneas –radio, satéli-te, sms, móviles 4G-, el procesamiento digital de esta información y las aplicaciones informáticas para optimizar la gestión del agua.
Las medidas prácticas que los gestores deben tomar en tiempo real y en situaciones de emergen-cia, como pueden ser unas crecidas, vienen facilitadas por los Sistemas de Ayuda a la Decisión y la Inteligencia Artificial, que son capaces de encontrar las mejores estrategias de operación para sa-tisfacer las diferentes demandas que se suministran desde un mismo origen (embalse o acuífero).
Las nuevas tecnologías aplicadas al regadío se han centrado en la modernización de las conduccio-nes en alta para reducir pérdidas; la conversión a riegos localizados, con redes a presión; el control de pérdidas en las redes de distribución; la fertirrigación; el control de caudales suministrados; o la agricultura de precisión, que combina el conocimiento del estado del suelo, la planta y la meteoro-logía. Este esfuerzo de aumento de la eficiencia efectuado por el campo español ha permitido, utili-zando una misma cantidad de agua, pasar de 3,5 Mha (en 2000) de riego a 4,2 Mha en la actuali-dad, empleando las dotaciones exactas.
Por su parte, el abastecimiento urbano ha aumentado su eficiencia mediante tecnologías de ges-tión de la demanda; control de pérdidas en las redes; sectorización de las redes; renovación de las conducciones y telelectura de los contadores o el control de la calidad en tiempo real del agua su-ministrada. De esta manera el porcentaje de fugas y de agua no contabilizada en las redes se ha reducido al 25-30% de media y continúa su disminución.
El control de la calidad del agua en tiempo real también ha sido objeto de innovación. Una sonda introducida en el agua monitoriza el cloro residual, pH, conductividad, temperatura y otros ele-mentos para que, con su transmisión en tiempo real y mediante algoritmos, obtener una serie de parámetros subrogados que alertan de una eventual contaminación. Su campo de aplicación es muy amplio, como el control del agua potable en la red; la toma de agua para abastecimiento; el agua bruta y tratada en la EDAR o el agua en los ecosistemas.
Los drones, nuevos aliados
La I+D+i en el sector del agua continúa avanzando y las innovaciones relacionadas con los drones suministran una información en tiempo real y de gran utilidad sobre los recursos y las infraestruc-turas. Permiten, entre otros usos, gestionar inundaciones y sequías; controlar el estado de las obras hidráulicas, inspeccionar las instalaciones y detección de fugas; control y seguimiento de la calidad de las aguas y vertidos o la gestión de aguas de baño.
Por su parte, la teledetección usa tecnologías de sensores, instalados en aviones o satélites artificiales, para adquisición de imágenes que permiten obtener cartografías temáticas sobre la ocupación y los usos del suelo y su relación con el recurso agua.
En definitiva, la aplicación de las nuevas tecnologías contribuye a aumentar la garantía en los suministros de agua, proporciona un medio ambiente más sano y saludable, posibilita el desarrollo sostenible de los ecosistemas acuáticos y facilita la adaptación al cambio climático.